El encuentro insólito del narrador con una ola, su huída en tren con ella hacia la ciudad en donde viven experiencias en las que se mezcla la fantasía y la realidad.
La imaginación constituye el supremo ejercicio de la inteligencia.
“El modo
de operación del pensamiento poético es la imaginación y esta consiste, esencialmente, en
la facultad de poner en relación realidades contrarias o disímbolas. Todas las
formas poéticas y todas las
figuras del lenguaje poseen un rasgo común: buscan, y con frecuencia descubren, semejanzas ocultas
entre objetos diferentes. En los casos más extremos, unen a los opuestos. Comparaciones,
analogías, metáforas, metonimias y
los demás recursos de la poesía: todos tienden a producir imágenes en las que
pactan el esto y el aquello, lo uno y lo otro, los muchos y el uno”
(“Poesía del pensamiento”, Vuelta, mayo de
1998) Octavio Paz
INSTRUCCIONES PARA ESCRIBIR CUENTO POÉTICO-SURREALISTA
Seguir las etapas
siguientes :
Situación inicial : encuentro entre el YO narrador y el elemento en su medio ambiente natural o cotidiano.
« Hola ! ¿ Cómo te llamas hombre ? Yo soy Sally »
((((((((((((((((((((((((((((((((((((((((((((((((((((((((((((((((((((((((((((((((
INSTRUCCIONES PARA ESCRIBIR CUENTO POÉTICO-SURREALISTA
Escribir la historia de una relación
amorosa en la cual uno de los amantes es un elemento de la naturaleza o
cualquier otro elemento de su escogencia.
El cuento se llamará « Mi vida con… (el elemento
seleccionado) »
Por ejemplo : « Mi vida con un huracán »/ « Mi vida con un diccionario »
Situación inicial : encuentro entre el YO narrador y el elemento en su medio ambiente natural o cotidiano.
Descripción del
elemento
Emplear
la Sinestesia : consiste en mezclar
sensaciones de órganos distintos (audición, visión, gusto,
olfato, tacto) o mezclar dichas sensaciones con sentimientos (tristeza,
alegría, etc...). Ejemplo : Suave como un
silbido de verano → mezcla de tacto con audición
Personificación del elemento con acciones y propiedades humanas : hacerlo actuar como si fuera una persona
Personificación del elemento con acciones y propiedades humanas : hacerlo actuar como si fuera una persona
Primer
elemento perturbador : Sacar el elemento de su medio ambiente o
cotidianidad. La pareja realiza un pequeño viaje al lugar en donde van a
vivir : dificultades encontradas en el viaje.
Superación
de las primeras dificultades
Convivencia
de la pareja : climax de la relación. Jugar con las características
del elemento y su personificación.
Segundo
elemento perturbador : inicio del conflicto de pareja. Las
diferencias se imponen
Dificultad para convivir
Imposibilidad de seguir la relación
Inventar
un decenlace final
#######################################################
Paul Boosz
Mi
Vida con la Llama
Ayer por la noche fui a una fiesta en
mi pueblo. Todos disfrutamos del dulce calor del verano. Había muchas llamas.
Irradiaban su belleza multiplicada por la obscuridad. Me acercé de una llama
con una luz más tenue. Su calor discreto me dio escalofríos.
Cada vez que yo la miraba, sentía que
mi corazón se calentaba y me sentía ligero. Pero esta llama era muy inestable.
A veces sin razón se volvía un horno ardiente. Entonces, vivir con ella era un
infierno y me quemaba cuando me le acercaba. A veces, la llama estaba muy
baja, casi apagada. La mínima corriente de aire podía hacerla vacilar.
Esa llama requería de
mucha atención. Era a la vez frágil y una gran consumidora de productos. Por el
trabajo me tuve que ir a una ciudad grande. El viaje fue muy dificil en coche
porque la llama no podía quedarse encerrada demasiado tiempo. Tuve que parar en
todas las gasolineras.
Después encontré una
solución : puse la llama en una lámpara de aceite. Nuestra casa era mucho más
pequeña que antes. La llama reclamó que no tenía suficiente espacio para vivir.
En su enfado, empezó a quemar los muebles y el sol de la casa. No pude
continuar conviviendo con la llama, busqué un cubo de agua y la apagué.
""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""""
Yann Simart
Mi vida con un sistema de explotación
Mi vida con un sistema de explotación
Me llamo Roberto. Desde hace varios años, trabajo
en un centro cuyo nombre es "SOS Amistad". Pues es bastante claro, mi
ocupación consiste en ayudar a personas
que se sienten solas y vacías. Les escucho y trato de enseñarles que la vida
todavía puede ser hermosa y que tienen que cambiar sus maneras de pensar sobre
ella.
A pesar de la poca remuneración, estoy orgulloso de mi trabajo ya que tengo
la impresión de que hago que el mundo sea cada
dia más feliz,y eso no tiene precio… Pero
Lo irónico de mi situación es que desde que trabajo en ese centro nunca
me he sentido tan solo.
Un día, recibí un folleto que promovía la necesidad
de tener una inteligencia artificial en su casa. Ya podía imaginarme con una
tal tecnología en mi casa. El sistema de explotacion se ocuparía de todas las
tareas que aborrezco. Desde mi casa, me informaría cuando tuviera una reunión programada o una cita y sobre todo me
permitiría discutir con alguien.
De tanto aburrirme en mi vida
actual, no puedo negar que dentro de mí, había alguien que deseaba más que todo
que las cosas cambiaran, que la rutina se rompiera....Tras un largo momento de
duda, decidí dirigirme a una tienda que proponía ese sistema de explotación tan excepcional. Me costó mucho pero mi desesperación era tal que estaba dispuesto a todo para mejorar mi situación.
Entonces lo traje a mi casa y comencé a instalar el sistema. Lo que más me chocó es la rapidez con la que se instaló. Tras unos minutos, una brillante voz
femenina me interpeló :« Hola ! ¿ Cómo te llamas hombre ? Yo soy Sally »
En este momento me detengo, sorprendido por el
realismo de esta voz. Es la voz más hermosa y sensible que nunca he oído . La
puedo sentir acariciarme la piel como si fuera la primera ola de calor
primaveral que sucediera en un invierno muy duro. La voz me parecía familiar
como si yo conociera a esta persona desde hacía mucho tiempo, me envolvió con
su deliciosa suavidad a tal punto que me he quedado mudo. Puedo sentir su pelo
en mis brazos que van levantándose mientras ella se introduce en mí.
« Ro..Ro..Roberto » le dije
« Eres tímido, no lo seas conmigo , soy tu
amiga y puedes preguntarme lo que quieras »
Asi comenzamos una discusión eterna que duró hasta
la madrugada . Me enseñó cosas que desconocía . Por ejemplo, ¿ Sabían ustedes que los arrecifes de coral es
el animal más grande capaz de construirse un habitat natural ? Y Yo
intenté explicarle como es enamorarse con alguien aunque hiciera una eternidad
que no había experimentado ese sentimiento. El día siguiente, al levantarme de mi cama no sentí el cansancio por la falta de sueño sino una gran
energía . Charlar con ella fue la cosa
más divertida y agradable que me había
ocurrido hacía meses. De nuevo los
colores aparecieron en mi vida y de nuevo me dieron una razón para sonreír, una
sonrisa que no podía borrar en mi cara . Lo que me encantaba más era su risa,
me llenaba de una inmensa felicidad que me transportaba a otro lugar, un mundo
nuestro en el que solo ella y yo teníamos
acceso. Esa decorporación de mi ser me permitía entregarme a ella totalmente como dos almas enamorándose …
Un Día me dijo
que tenía ganas de ver el mar y que quería verlo a traves de mis ojos. Pues yo
llevé gafas especiales que tenían una cámara para que ella pudiera mirar lo que
yo miraba
« Es bonito
» me dijo
Asi, estamos caminando en la playa y
las olas del mar siguen pegándome casi provocando mi caída , ella no
puede dejar de reír. De repente una ola más violenta que las otras logra
hacerme caer y ambos nos echamos a reír .... En aquel momento puedo sentir su
calor
recorriendo mi cuerpo lo que contrasta con la
frescura del agua que va cubriéndome ; una sensación única
que me paraliza por el placer que procura , una ola de placer que sigue
atravezándome y que es cada vez mas intensa. Al mismo tiempo me dice palabras
de amor con su suavidad inigualable. Sally es increble, ella hace que lo
imposible sea posible. Nunca hubiera imaginado que fuera posible tener tanto
placer con un ser virtual y definitivamente me había convencido ….
((((((((((((((((((((((((((((((((((((((((((((((((((((((((((((((((((((((((((((((((
Raphaëlle
Korotchansky
“Mi vida con Añagaza dulce”
La encontré en abril de 2007. El
flechazo fue inmediato. Su línea era majestuosa. Sólo mirándola adivinábamos su
carácter rebelde, adivinábamos que no se dejaba amaestrar fácilmente. Al mismo
tiempo, parecía fina, sutil e inteligente.
No podía apartar mis ojos de ella, las
otras vías del acantilado eran invisibles al lado de ella. “Añagaza dulce”, era
su nombre. Esto la describía bien, subirla era como un sueño. Su dificultad era
“8a”, el nivel que todos los escaladores quieren hacer en su vida. En esta vía
de escalada, se necesitaba fuerza física, técnica, flexibilidad, resistencia y
fuerza mental. Era perfecta.
Al final de mi estancia en el
acantilado Gran Bosque, todavía no la había subido. No podía dejarla allí.
Entonces, tomé la decisión de llevarla conmigo. Ella también me quería, mi perseverancia
le había conquistado.
Sin embargo, me di cuenta que
transportar una vía de un acantilado en un coche no era tan fácil. En efecto,
como era demasiado grande, sus pies se quedaban afuera y podía enfriarse.
Durante un momento, estábamos desconsolados. ¿Y si tenía que quedarse allí?
No
podíamos separarnos. Alquilé un camión de 40 metros para que pudiera quedarse adentro.
Después de un día de trayecto, llegamos a mi casa en París. La instalé en mi
jardín.
Durante un año entero, nuestro amor
continuaba. Iba tratando de subirle cada semana. Sin embargo, poco a poco las
cosas estuvieron menos bien. Me cansaba de escalar siempre la misma vía y se
cansaba de mí. Echaba de menos su montaña natal.
Un día, “Añagaza dulce” tuvo una crisis
terrible. Estaba muy triste y quería volver a su montaña con las otras vías del
acantilado Gran Bosque. No quería que nuestra historia se acabara así. Entonces
puse grandes pinos y pequeñas colinas en mi jardín. Al principio, se sintió
mejor. Pero rápidamente, volvió a estar triste. Yo también.
Decidimos
de común acuerdo llevarla a su acantilado. La separación fue muy difícil, más
de un año de vida común...
Nos
dijimos adiós y me prometió que volvería un día.
El año
siguiente, supe por azar que la roca de este acantilado era preciosa y que el
acantilado fue destruido para hacer estatuas lo que me destrozó el corazón.
::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::
Mi vida con el sol
Un día tuve la idea de ir y estar muy cerca del sol, lo máximo posible.
Saad Ziadi
Pierre-Loïk
Rothe
Mi vida
con una llama
Esa
historia, es la de un encuentro que no he podido olvidar por ser tan único e
intenso. Durante la noche mientras estaba paseando dentro del bosque, un rayo
se cayó sobre el árbol más alto de la selva. De repente, el árbol se encendió
totalmente. Las llamas estaban devorando la corteza. Podía olerlas freír su
comida con chasquidos. Una llama en
particular me llamó la atención. Se quemaba con un rojo más intenso que las
otras. Me rozaba con su calor como si estuviera interesada por mi compañía.
Pero las otras se dieron cuenta de este interés, por eso intentaron impedir que ella me alcanzara con
mucha ferocidad. La ahogaron, privándola
de combustible como si fueran fieras. Pero a mi llama no le molestaba la
competición, era valiente, atrevida e ingeniosa. Después de una lucha a muerte
encarnizada, quedó como la única sobreviviente.
Corrió hacia mí, me rodeó y se apoderó
de mi lámpara de petróleo.
Cautivado
por su carácter feroz, decidí conservarla. Estaba de vacaciones acampando, por
eso mi casa era lejos del bosque. Con piedras, encendió una pequeña fogata, mi
llama estaba bailando suavemente. Pues me preguntó dónde vivía, y si podía vivir
conmigo. Pero declinaba por temor de lo que podría pasar durante el viaje. Para
llegar a sus fines, empezó por pedirme
con cuidado, luego me suplicó y finalmente gritó. Mientras que rechacé su
decisión con firmeza, pues me negué débilmente, y finalmente acepté.
Nos
preparamos para el viaje hasta mi casa. Mi llama era impaciente como una niña.
Se enfadó conmigo por mi lentitud. Tenía un temperamento de fuego tan explosivo
como un volcán. Pensé que el medio de transporte más adecuado para volver a mi
casa era el bus. Entonces preparé mi lámpara de petróleo para transportar mi
querida llama y cogimos el autobús la mañana siguiente.
Al entrar
en el autobús, el conductor notó mi lámpara y me señaló que el humo era
prohibido dentro del bus. Un pasajero, asombrado me preguntaba porque mi
lámpara estaba encendida mientras que era día. Respondí que era por seguridad:
¡Uno no sabe cuando alguna nube eclipsa el sol!
Me pareció que fue la peor tontería que había dicho durante mi vida pero
en ese momento lo único que se me ocurrió. La primera parte del viaje ocurrió
tranquilamente con mi llama en el regazo. Pero, me di cuenta de que parpadeaba
extrañamente.
Entonces, verifiqué mi lámpara, el tanque de
la gasolina estaba casi vacío. Por suerte, el bus se paró para que el conductor
descansara un poco. Rápidamente, salí del bus y corrí hasta el tanque de
gasolina. Al extraerla, un pasajero me vio, e informó al conductor inmediatamente diciendo: ¡Un
hombre raro con una lámpara está tocando el tanque de gasolina! El conductor
avisó a un policía en voz alta: ¡Un hombre loco con un dispositivo está utilizando
gasolina! El policía alarmó a su colega gritando: ¡Un hombre está construyendo
una bomba con gasolina! Así, fui
considerado como un terrorista, me pusieron en la cárcel inmediatamente, sin
poder despedirme de mi pobre llama que estaba al punto de apagarse.
Diez años
después, salí de la cárcel por buena conducta y por falta de pruebas contra mí.
El policía me dijo que seguiría vigilándome porque había tenido suerte. Para él
yo era todavía un potencial terrorista. Volví a mi casa, pensando en mi querida
llama desaparecida por mi culpa. Me temía que mi casa estuviera llena de polvo
y fría como en el invierno. Pero, qué sorpresa encontrar una casa limpia,
caliente, un buen hogar. Reconocí un chasquido familiar, era mi llama. Le
pregunté cómo había logrado sobrevivir después de mi detención. Me dijo
calurosamente que se había convertido en chispas para tener más ocasión de
encender cualquier combustible. Vagaba de cigarrillo en cigarrillo, de papeles
en papeles y finalmente de hojas en hojas. ¡La vida con una llama era fantástica!
Con su vestido rojo, calentaba nuestro hogar convirtiéndole en un nido
confortable. El ruido de sus suaves movimientos me hacía sentir bien. Su luz
brillante, calurosa me
tranquilizaba. No tuve que preocuparme por la calefacción. Pero era sólo un
aspecto de su carácter, estaba llena de sorpresas, feroz, en su abrigo naranja
relucía un brillo como si me pusiera una mirada de desafío. A menudo, bailaba
en la chimenea, y el calor ocasionado
por sus gestos sensuales era como caricias. A veces, calentaba la casa hasta el
punto del ahogo, y de repente se enfriaba,
era como un abrazo apasionado.
Pero, día
tras día se fue poniendo extraña. A veces su color cambiaba en verde y azul profundo como si
hubieran estado saliendo de las profundidades del infierno. El ruido de sus
chasquidos antes tan reconfortantes, luego me daban pavor. Sus caricias que solían ser apasionadas se
convirtieron en látigos ardientes. En la casa un mal olor se instaló, era un perfume
de azufre, una fragancia pútrida, un aroma infernal. No lograba dormir porque
me quemaba con pequeñas chispas. Estaba destruyéndome a fuego lento físicamente
y psicológicamente. El calor era tan importante que me dolía respirar. Las
paredes y muebles habían ido desgastándose en este horno. La casa estaba
irremediablemente estropeada y se convirtió en un infierno abrasador.
No tuve más remedio que huir. Mi casa estaba perdida,
y mi llama, sin tomar una decisión radical, iba a consumirme. Mi sobrino era
artificiero. Entonces logró obtener explosivos. Finalmente activó las bombas y
la casa explotó y mi pobrecita llama durante un rato fue la llama más
grande del mundo, y con sus colores verdes y azules se parecía el fuego
artificial más logrado del mundo. Después de este acontecimiento me volví
artificiero organizando fiestas para personas famosas.
¡Finalmente la policía tenía razón: soy un verdadero bombardero!
::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::
Imane Essadeq
Mi vida con el sol
Un día tuve la idea de ir y estar muy cerca del sol, lo máximo posible.
Fui a la montaña de nieve. La montaña más alta del país. Tardé dos
horas para llegar a la cima.
En la parte superior de la montaña, empecé a contemplar el Sol con
admiración. Era tan hermoso, tan suave y cálido. Lo sentí contra mi cara, mi
pelo y mi cuerpo.
Inmerso en el ambiente de la reunión de los amantes, empecé a sentir
el calor aumentar gradualmente. Abrí los ojos y para mi sorpresa vi que el sol
enfocaba hasta poner los pies en la tierra.
Él me cogió la mano con suavidad. Tenía miedo de que mi piel se quemara.
Tomé la mano del sol y sin decir ninguna palabra bajamos de la montaña. Sentí que el sol sólo quería ver como los seres
humanos vivían. Su amor por ellos lo llevó a brillar cada día y a emitir más
calor.
En aquella época, había una gran crisis de agua en mi ciudad debido al
calor excesivo. Fuimos directamente a casa. El sol se vistió como si fuera
invierno. Tuvimos que ocultarlo para evitar un gran problema.
Fuimos al centro. La gente miraba el sol extrañada. Yo dije que tenía
una alergia a la luz solar y que por eso tenía que cubrirme. El sol sonrió
cuando vio a los niños pequeños jugando y corriendo alrededor. El sol era una
alegría entre los hombres. Me preguntó: ¿por qué están todos contentos? ¿es un
día de celebración?
Yo respondí con amargura que la razón era porque él
no estaba en su casa. Le expliqué la situación y cómo el hecho de que él
estuviera muy cerca de la tierra para ver a los seres vivos, era peligroso para
la vida de los hombres. Vi lágrimas cayendo de los ojos del sol.
Después de una visita rápida de la ciudad, volvimos a la montaña. El
sol me saludó y me pidió que viniera de vez en cuando a la cima de la montaña
para que pudiera verme sin acercarse a la tierra. Quedamos en reunirnos cada
domingo por la mañana.
Vi irse el sol con el corazón roto. Cinco minutos después, regresó y
me pidió que fuera a mi casa de inmediato. Una vez en el pie de la montaña y
para mi sorpresa vi un río que comenzaba a fluir. ¡Era la nieve que se había
derretido! El sol me sonrió y se elevó alto en el cielo.
Desde ese día, nunca más hizo mucho calor en mi
ciudad y nunca más hubo crisis de agua. Nos reunimos todos los domingos en
secreto. El sol, lejos en el cielo y yo en la cima de la montaña.
========================================================
Fatma Haddad
Mi vida con el
azúcar
Todo comenzó con una piruleta
que mi madre me compró. Era tan buena que me encantaba. Cada día y cada vez,
quise una de un color y una forma diferente. Quería probarlas todas. Era más
que claro que yo era una loca por los caramelos. Día tras día, semana tras
semana, mes tras mes, año tras año, mi pasión por los dulces tomó todas las
formas inimaginables. Confitería, chocolates, tartas, mermeladas, conos de
helado, refrescos, tortas. En pocas palabras, yo estaba adicta a cualquier cosa
que pudiera contener azúcar. Cada vez que veía estos alimentos, veía sólo
pequeñas semillas blancas brillantes como perlas que me miraban, me sonreían. Para
mí, el sabor de estos alimentos era fragante, jugoso, dulce en la lengua,
granulado como arena de azúcar que se disuelve en la boca. Mi relación con el
azúcar se volvió más intensa. Éramos inseparables. No podía empezar mi día,
trabajar, disfrutar, dormir sin tenerla en mi cuerpo.
Empecé a tener un problema.
Todo el mundo se reía de mí porque estaba obesa. Mis padres querían llevarme a
ver a un médico. Pero me sentía bien. ¿Por qué ver a un médico cuando me sentía
bien conmigo mismo? También el azúcar en mí me impedía aceptar la petición de
mis padres. Yo estaba en conflicto con ellos, pero gracias a Dios el azúcar me
apoyaba. Sabía que con el médico estaban tratando de separarnos. Dietas,
liposucción, un anillo.... NUNCA. El azúcar y yo vivíamos una fusión perfecta.
Integraba todas las partes de mi cuerpo. Nuestro amor era cada vez más fuerte.
Pero, al cabo de tres meses de ese amor supremo que había alcanzado el pináculo
de la excitación, yo estaba empezando a convertirme en diabética y tenía
problemas cardiovasculares.
Mis padres, sabiendo que no
iría al médico, me propusieron consultar a un terapeuta amigo de ellos. Finalmente
acepté ir a verle porque me dijeron que sólo iba a hablar conmigo. Yo sabía que
ya mi salud estaba en peligro y tuve miedo.
Al mismo tiempo, el azúcar se enfureció con mi decisión. Me trató de
chica que no cumplía con las promesas. Nuestra relación comenzó a deteriorarse el mismo día. Recuerdo la voz de la
terapeuta que dijo: "Porque usted sabe que ya no tiene ninguna sensación
de hambre y esto es debido al estrés y la soledad". Esa voz me hizo darme
cuenta de que yo y el azúcar ya no podíamos continuar con esta relación
sensacional porque era virtual, había sido creada por mi propia imaginación y me haría más
daño que bien. Mi conflicto era con el azúcar y no con mis padres.
Empecé con el deporte y la
caminata cotidiana además del equilibrio de mi comida. El azúcar estaba furioso
y me odiaba porque lo fui quemando lentamente y de forma irreversible. Estaba
eliminando su existencia de mi cuerpo, así como el deseo de consumirlo. Y para
deshacerme completamente del azúcar, la terapeuta me ayudó hipnotizándolo. Yo
le dije:” Te olvidarás de nuestra historia, te olvidarás de la persona que amas
y la persona que dañaste.” Día
tras día, semana tras semana, mes tras mes, año tras año, mi pasión por los
dulces disminuyó
y se desvaneció hasta llegar a ser lo más normal posible. Fue así como terminó
nuestra historia tórrida.
))))))))))))))))))))))))))))))))))))))))))))))))))))))))
Saad Ziadi
Mi vida con la brisa
Era
el 21 de junio, inicio del verano y fiesta de la música, estaba en un gran
parque, el tiempo estaba bueno y la gente estaba feliz. Al medio día, cuando hacía
un calor sofocante, insoportable, me encontré con mi amiga, una brisa ligera y
delgada. Oí su silbido suave, vi los rayos del sol que brillaban sobre su piel,
sentí el olor de las rosas que transportaba dentro de ella, y sin advertirme me
abrazó, fue muy refrescante.
Nos familiarizamos. La que más hablaba era
ella, susurraba en mis orejas contándome su vida en la naturaleza, como ella corría
con sus amigas en los espacios amplios. Era bella, radiosa y muy sonriente. Me
tomó la mano y me llevó a través del parque, preguntándome sobre la ciudad. Yo
le contaba todo, sobre el ruido, la energía, la gente, los colores y las
atracciones. Me dijo que quería venir a la ciudad conmigo y decidimos hacerlo.
Nos dirigimos hacia mi coche, no era la
primera vez que estaba en un coche, pero era la primera que necesitaba quedarse
dentro de él. Estaba muy tensa y nerviosa. Veía a sus amigas pasar con velocidad
alrededor del coche, mientras que ella estaba prisionera, sofocaba y le faltaba
el aire. Como quería abrir las ventanas tuve una idea: activé el aire acondicionado
y le solicité que se pusiera cómoda dentro de él. Se sintió mejor cuando pudo
viajar conmigo sin ser prisionera de un asiento.
Cuando nos instalamos en la casa, mi vida
cambió. Expulsaba las suciedades y las malas ondas se iban fuera de la casa, en
el interior sólo quedaba aire limpio y mucho espacio. En las calurosas noches
de verano nos quedábamos frescos jugando piel a piel, riendo y corriendo a
través de la casa. También pasábamos mucho tiempo fuera, paseábamos por las
calles visitando toda la ciudad. Amaba su frescura y ella amaba mi calor cuando
caminábamos cogidos del brazo.
Ya está, lo que tenía que suceder sucedió.
Llegó el otoño y el tiempo se volvió fresco. Empecé a cerrar las ventanas y
encender la calefacción. Mi amiga recordó el episodio del coche y se sintió mal
otra vez, todos mis intentos para ponerla cómoda fallaron. Una noche muy fresca,
cuando vio que me sentía muy mal sin calefacción, pasando a través del ojo de
la cerradura, se fue de mi casa y de mi vida para ir a la otra mitad de la tierra
en donde era primavera como hacia todos los años entendiendo que nuestro amor
de verano no podía sobrevivir en mi medio ambiente tan estrecho para ella.
:::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::
:::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::
Luc Montaudon
Una idea diferente del amor
En el
trabajo de periodista, lo mas difícil es encontrar ideas para escribir. Las buenas
ideas son muy raras y entonces los periodistas se las disputan. Cada uno tiene
su método para buscarlas. Algunos hablan con la gente, algunos miran películas,
otros leen artículos de colegas y a menudo los imitan. Mi método es muy
diferente y original. Yo sueño. Así paso días enteros en la cama, molido de no
hacer nada, esperando el sueño. Admito que no es la mejor técnica pero es
ciertamente la más agradable.
Ese día
el ambiente político era muy tenso en
Europa en razón de las votaciones y mi redactor jefe me pidió un articulo sobre
este tema. Así que me puse a trabajar y
después de un gigantesco desayuno - sin café porque soy profesional - me
acosté.
Me
encontré en este universo indescriptible donde todo es posible. Por costumbre
sabía en qué lugares debía buscar y no fui distraído por las imágenes freudianas que prefiero no describir aquí.
Crucé los diferentes mundos sobre la música, los recuerdos felices y desgraciados
y otros y me encontré finalmente en el mundo de la geopolítica de Europa donde
numerosas ideas tan variadas como antagonistas combatían. Empecé a mirarlas
sentado en una pequeña idea muy estúpida que toda la gente había olvidado. La
lucha era muy violenta entre las ideas conservadoras, liberales, separatistas,
capitalistas, comunistas, anarquistas, federalistas y muchas otras, unas más
tontas que las otras sin que aparezca una ganadora clara.
De
repente divisé una idea que no participaba en la lucha. No la había notado al
principio porque no pensaba que fuera una idea sino un sentimiento o peor una
pasión (muy peligrosas en ese universo). Pero esta cosa era una idea y esta
idea era muy diferente. Muy especial. Nunca había encontrado una idea de este
tipo. En nuestro mundo de mortales no tenemos verbos para describir el mundo de
los sueños pero voy a intentarlo. Era una idea muy poderosa y fuerte pero no quería
pelearse. Era a la vez dulce y cortante, ruidosa y silenciosa. Solo quería
vivir su vida tranquilamente pero las otras ideas la molestaban ciertamente por envidia. Quizás
pueda describirla como revolucionaria pero es reductor. Mostraba una ideología
que sobrepasaba todo lo que había pensado la gente desde el nacimiento de la
humanidad. Cautivadora, no podía desviar mis ojos de ella y por eso decidí
llevarla conmigo. Le di la mano y al mismo tiempo le di un puñetazo en el rostro
horrible del fascismo que nos estaba contactando.
Me
desperté sobresaltado y muy excitado con mi nueva idea en la cama. La pobre
estaba muy nerviosa en razón de su despertar en un mundo en tres dimensiones
que la ahogaba. Con un carisma que me dejó sin voz me pidió algo para comer. Le
di unos libros sobre la agricultura de
la Gascona del siglo XVII para cultivarse porque tenía miedo que los libros
políticos cambiaran su forma y su espíritu. Cuando acabó de comer, se puso de
pie e intrigada miró el espejo. No había reflejo porque el espejo no sabía como
reproducir los colores desconocidos delante de él. Me gustaba mucho esta idea
porque me sorprendía todo el tiempo. Cuando pensaba haber comprendido un
aspecto de su personalidad inmediatamente
me mostraba un aspecto contrario. A ella
le gustaba mucho jugar conmigo y lo hacía con mucho talento. Etimológicamente
es difícil hablar de placer carnal con algo sin cuerpo. Es decir que tuvimos
que reinventar el diccionario para describir el encuentro de dos criaturas en
unas circunstancias tales que desafiaban todas las leyes y las normas
decretadas por la buena moral y el dogma católico. Se quedó una semana en mi
casa para que intentara domesticarla y conocer todas sus sutilezas antes de que
se la muestre a mi jefe.
Finalmente
un día me atreví a salir a la calle para traer la idea a mi oficina. El tiempo
soleado de la tarde había empujado la gente fuera y teníamos que pasar en medio
de la muchedumbre. Rápidamente el accidente ocurrió. A la gente no le gusta las
nuevas ideas, especialmente cuando son originales.
Así empezaron a mirar a mi amiga con desdén y desprecio. Sus ideas limitadas y
bajas gritaban las mismas frases lamentables y privadas de sentido. Mi pobre
amiga no estaba acostumbrada a tanta estupidez y tontería y empezó a disminuir
poco a poco. Asustado, vi a mi idea perder su majestuosidad. Sus colores se volvieron
como los colores del mundo humano y su forma se volvió la de cualquier objeto real.
Decidí salvarla y la cubrí con mi abrigo mientras que pensaba con mucha fuerza
en una idea totalmente diferente: la de una guitarrista en tutu bailando en la
playa. Sorprendida, la gente paró de gritar y pudimos irnos.
Llegamos
a la oficina sofocados y extenuados. La idea se había vuelto muy pequeña y tierna como todas las otras
ideas. Llorando, se la mostré a mi jefe sin convicción. Inesperadamente a él le
gustó mucho. Pensaba que la idea era muy original y que iba a vender muchos
ejemplares de su periódico. Así
empezaron a hablar de banalidades. Ya no reconocía mi idea y muy triste salí y
volví a casa. Estaba también muy irritado que una idea estúpida pudiera alegrar
a mi jefe y en ese momento entendí por que los artículos están tan vacíos y
mediocres. El día después renuncié.
Unos
meses habían pasado cuando encontré de nuevo a mi antigua amiga. No había
tenido noticias. Ella, como un alma en pena, vagaba en la acera inútil y desesperada.
Ya no tenía su aspecto revolucionario y, como un camaleón, arbolaba los tristes
colores de su pareja del día. Tuve lástima y decidí salvarla. La llevé a mi
casa y la lavé. Después le pedí hacer una siesta. Tomé algunos somníferos y me
reuní con ella. Llegamos al reino del sueño muy rápidamente. La idea muy
sorprendida y muy feliz empezaba a ganar su forma y sus colores y jugaba con
las otras ideas. Estaba tan feliz verla como antes que me puse a llorar.
No sé
cuantos somníferos he tomado pero espero que la situación dure mucho mucho
tiempo …
´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´
´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´´
Ricardo Sbrighi
Pellicciotta
Mi vida con el columpio en el árbol
Era pequeña, de unos 9 o
10 años tal vez. El final del año escolar se acercaba y estaba empezando a
planear qué hacer durante las vacaciones escolares que eran largas y los niños frecuentemente
no tenían muchas actividades. Por eso mi madre me compró un regalo que
cambiaría mi vida: un columpio en el árbol! Al principio no sabía hasta qué punto sería
divertido, y si podría jugar con él,
tenía miedo. Era un domingo, cuando mi padre instaló el columpio del árbol en
el jardín de nuestra casa en la playa y me puso a balancearme. Me pareció
extraño. No sabía qué hacer para divertirse conmigo, y yo tampoco. Nos balanceamos
ligeramente descoordinados artificialmente unos minutos. Quería conocerlo
mejor, pero todavía no tenía palabras, temas, relatos.
Al día siguiente almorzamos juntos, y
empezamos un balancear que gradualmente se hizo más natural, con cada
embestida. Los días pasaron rápidamente y vi una naturalidad en nuestro balanceo,
teníamos los mismos chistes, el mismo tipo de juego, pensábamos en las mismas
hermosas niñas que nos dejaban siempre tímidos cuando pasaban y nos saludaban con
la mano para un simple "hola! ". Pasaron dos meses, y casi no salí de
la casa, la playa no era tan interesante como la diversión en el jardín.
El verano llegó a su fin, y yo sabía que
volvería a casa, pero el próximo verano estaría con columpio para balancear y
divertirme.
Sin darme cuenta, el próximo verano no tardó
en llegar, y la ansiedad de balancearme con columpio era muy grande. Como era
de esperar, estuvimos juntos todo el verano. Los mismos chistes y aún más
divertidos. Era triste verlo sólo durante el verano.
Los veranos eran repetidamente ocasiones
buenas y divertidas, pero cuando tenía 14 años, mi padre me dijo: "Hijo,
viajará este verano, quiero que usted aprenda Inglés." Fui a un gran
verano en los Estados Unidos. A partir de ese verano han cambiado muchas cosas,
empecé a tener más responsabilidades, círculo social más establecido, tuve mi
primera novia.
El verano siguiente volví a mi casa en la
playa, balanceé con el columpio… balanceé, pero no como antes
... Hemos tenido una amistad, pero la
distancia era muy evidente, no tuvimos problemas, mas no teníamos
proximidad, él tenía nuevos amigos que se balanceaban con él.
Así que, verano tras verano, yo siempre vi el
columpio, pero cada vez más distantes, nos saludábamos, nos preguntábamos cómo
iban las cosas, pero nuestras vidas eran muy diferentes… nos balanceábamos juntos.
Con mis veranos cada vez más cortos, sentía que este columpio guardaba su lugar
en mi pasado sin llegar a estar en mi presente.
::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::
Aela
Gourlaouen
Mi vida con una botella de Kétchup
Cuando dejé aquel supermercado, una botella de Kétchup se
adelantó entre todas. Era jovial y regordeta, pero graciosa. A pesar de los chillidos de las otras,
que la detenían por la etiqueta adhesiva, se colgó de mi brazo y se fue conmigo
rodando. No quise decirle nada, porque me daba pena avergonzarla ante sus
compañeras. Además, las miradas furiosas de las mayores, botellas de 1.5 litros,
me paralizaron.
Cuando salimos del supermercado, le expliqué que no era
posible, que la vida en las estanterías de la tienda no tenía nada que ver con
la del mundo exterior al supermercado en el que estaría perdida. Pero su
decisión estaba tomada, y era imposible hacerla cambiar de opinión. Los días
siguientes me di cuenta de las dificultades de nuestra situación: ¿Cómo
pasearnos por la ciudad con todo el mundo mirando y preguntándose cuál era
nuestra relación? ¿Cómo ir al restaurante sin que alguien intentara tomarla
para condimentar su plato? Muchos problemas surgieron y oscurecieron nuestro
porvenir. Pero no compartí mis preocupaciones con ella para que no se
ofendiera.
Desde el primer día, quería llevarla al restaurante y
ofrecerle una comida digna de este nombre. Después de muchas dudas, decidí
reservar una mesa en un restaurante muy famoso pero poco abarrotado. Llegamos
al restaurante donde anuncié, con mi botella en mi brazo, que había una
reservación para dos. Con una mirada inquisidora, el camarero me dirigió hasta
una mesa en una esquina calma del restaurante. La botella se sentó en frente de
mí, encantada de estar en un restaurante
tan elegante como éste. Con mucho entusiasmo, eligió su plato, y en poco tiempo
empezamos a comer, felices, aprovechando de este momento de intimidad. Había
notado otras botellas de Kétchup en las mesas, pero no había dicho nada,
esperando que mi botella querida no se daría cuenta.
Llegó una pareja que se instaló con mucho ruido. Les oí
ordenar patatas fritas, lo que me dio miedo pues representaba el riesgo de
mostrarle a mi amiga cómo utilizábamos a sus semejantes, apoyando sobre su estómago para comérsela.
Insistí para que nos fuéramos pero no
quería oír nada, “salíamos poco y teníamos que aprovechar de estas
oportunidades”. Empecé hablar con fervor para que se concentrara en lo que yo
estaba diciendo y no en la pareja ruidosa sentada al lado de nosotros.
Pero, de repente, se produjo lo peor que yo había
imaginado: el hombre extendió el brazo, dijo ¿Puedo? y sin esperar ninguna
repuesta, en un movimiento rápido, cogió mi botella, le dio vuelta y apoyó en
su vientre. La oí gritar de sorpresa, de miedo y de dolor. Arranqué mi amiga de
la mano del hombre, y nos fuimos inmediatamente del restaurante, mi botella
temblando en mis brazos.
Desde este día, se
dio cuento que este mundo no era el suyo, y no quiso salir nunca más de la
casa. El acontecimiento del restaurante la había aterrorizado, y aunque todavía
le hubiera gustado ver el mundo, prefería evitar el contacto con los hombres,
que según ella eran bárbaros, crueles, descorteses. Me dolía que le hubiera
dolido, entendía su sentimiento de exclusión.
A medida que me pasaba el tiempo con ella, enfurecí cada vez más contra
los hombres que no nos entendían. Me parecían de mente cerrada y de poca
empatía. Vivíamos lejos de todo el mundo, en nuestra soledad que no nos
satisfacía pero que nos parecía mejor que vivir el uno sin el otro. Nos quedamos
en mi casa, y sólo añadíamos un toque picante a nuestros días con los paseos
que hacíamos por la noche.
La vida solitaria había agriado mi botella de Kétchup. Se
ponía nerviosa por cualquier razón. Tenía sed de libertad y lo expresaba
saliendo de vez en cuando de su botella que, lo decía, la oprimía y la
irritaba. Un día, después de una disputa particularmente violenta, nos fuimos a
pasear para cambiar de aire. Caminamos durante horas, sin hablar, esperando que
la tensión disminuyera. Anduvimos por los barrios ricos, por el centro de la
ciudad, por las afueras, por los barrios pobres. Mi Kétchup, que había dejado
su botella en la casa, avanzaba dinámicamente, por el exceso de energía que
tenía al quedarse en la casa.
Llegamos al barrio pobre al caer la noche. No me parecía muy tranquilo, y quería decirle a mi amiga que
teníamos que irnos pero la situación, la ausencia de conversación durante horas
y el paso firme de mi amiga me impidieron hablar. A lo lejos, vi una forma en
el suelo. No podía distinguir lo que era, pero era macizo. Mi Kétchup seguía avanzando
sin bajar la velocidad. De repente, lo vi. Entendí. Pero era demasiado tarde.
Mi amiga se mantenía al lado del cuerpo de un hombre. Un hombre asesinado.
Podía ver su choque. Mi propio choque me impedía avanzar, moverme.
Oí la sirena de la policía resonando en la calle que se
acercaba. Miré mis manos que ya estaban rojas por tener a mi amiga en mis
brazos durante la disputa. Me di cuenta de que la situación iba a degenerar. Oí
la policía gritarme “¡Manos en la
cabeza!”. Vi a mi amiga por última vez, antes de ser llevado a la cárcel donde
me quedé un día. Dos días. Una semana. Me llené de desesperanza. Dos semanas.
¿Dónde estaba mi amiga? Un mes. ¿La habían extraído para hacer análisis?
¿Estaba encerrada?
Después de un mes y medio se acabó mi tormento. Me
dijeron que según los análisis, no tenían ninguna prueba contra mí y ya no
podían dejarme en la cárcel. El caso les parecía muy raro pero no podían hacer
nada. Con el desprecio dado a un asesino que no se puede inculpar, me dejaron salir.
Lentamente, volví a casa. ¡Cuál fue mi sorpresa al encontrar a mi amiga en la
casa! ¡Pensaba que estaba perdida para siempre pero no! Feliz de verme de
nuevo, me explicó que había convencido a un hombre que formaba parte de la
policía científica que no tenía nada que ver con esta historia.
Nos fuimos al primer piso, yo con la esperanza de
descansar. Miles de botellas de Kétchup. Eso fue lo que vi. Gritando “!
Revolución!”. “Durante tu ausencia, me sentí sola y encontré a algunas
semejantes”, me explicó mi amiga. “Juntos, vamos a luchar contra la opresión de
los hombres que nos hacen daño”. Aunque entendía que nuestra experiencia en el
restaurante la había chocado, no podía más. Estaba cansado, harto de todo. No
podía más. “¡Fuera!, grité, “¡todo el mundo, fuera!”. El silencio se instaló.
Mi amiga me miró sorprendida. “Lo siento, pero no puedo más”, le dije. ¡Todo el
mundo se va de mi casa!” Poco a poco, las botellas salieron de mi casa, sin una
palabra. Al final, solo se quedó mi amiga. Me miraba, sin decir nada, con una
expresión de dolor y de ira. “Tienes que irte también”, le dije, una frase que
me dolió y que al mismo tiempo me alivió. Continuó mirándome y poco a poco,
lentamente, me dio la espalda y salió. Aquí se acabó mi vida con una botella de
Kétchup.
::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::
::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::
Thibault Daval
Mi vida con mi
árbol.
Soy un pastor. Esto no es el trabajo más interesante
en el mundo, pero tienes la oportunidad de vivir dignamente. No me acuerdo de
un día en el que quisiera hacer otra cosa. Yo vivía solo con mis ovejas, cerca
de un bosque.
Un día, mientras estaba
sentado en una roca en lo alto de una colina, oí un ruido a lo lejos. Era un
ejército marchando. ¡Mi pueblo se quemó! Yo sabía que no había nada que hacer.
Corrí hacia el bosque tan pronto como fue posible. Me entró el pánico. Y yo lo
vi. Grande. Majestuoso. Su tronco de color rojo se elevó a más de 10 metros de
altura. Y en la parte inferior, un hueco.
¡Esta era mi oportunidad!
Entré en la cavidad para esconderme. Me acurruqué en el interior. Estaba a
salvo. Me sentí bien. Era una sensación que nunca había experimentado antes.
Sin riesgo, sin penalidad. Dormí como nunca había dormido.
Yo estaba envuelto en los brazos del árbol. El olor
de la madera viva me tranquilizó. Y como ya no temía nada, me quedé dormido.
Al día siguiente volví a la
aldea. Había sido saqueada, pero nadie había sido asesinado. Yo quería dormir
la primera noche, pero no pude hacerlo. Estaba muy cansado. Pero un día, pasando
por el bosque, encontré la solución. Tomé una siesta en el árbol. Y de nuevo,
nunca había dormido tan bien en mi vida. Me sentí feliz. A partir de ese día,
yo dormía todas las noches en mi árbol. Yo estaba muy bien.
Pero mi árbol fue ocupado por un
lobo con sus cachorros. Cuando intenté entrar en el agujero, el lobo gruñó. Yo
estaba muy enojado. Al día siguiente fue lo mismo. No podía dormir. Decidí
volver con una antorcha para asustar al animal. Hice un gesto rápido, y
finalmente, el lobo salió corriendo. Esa noche dormí mal en el árbol. Como si
el árbol estuviera enojado. Y fue lo mismo todas las noches durante una semana.
Terminé dándome cuenta de que
cuando la llama de mi antorcha había tocado el árbol, la madera se había enfermado
y el árbol se estaba muriendo. Traté de sanarlo, le supliqué, pero no pasó nada.
Como estaba furioso me puse a darle la vuelta al árbol y entonces fue cuando la
vi. Había una flecha clavada en la parte superior.
Era la flecha la que había herido el árbol, y yo
había terminado! Maté al árbol que me amaba, que me había salvado.
No podía continuar. Una noche, tomé una linterna y
quemé mi árbol. Todo había terminado, pero al menos mi árbol ya no sufría.
::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::
VINCENT DOUMENC
Mi vida con la manta
El lunes por la mañana. Una nueva semana
que comienza. Como de costumbre. Una semana larga y fatigosa, en la que me levanto
para ir a un trabajo fastidioso que no me interesa. Soy conductor de autobús,
desde hace casi quince años. Siempre la misma rutina, me levanto, voy al
centro, tomo mi autobús y hago idas y vueltas. Pero hay que ganarse el pan.
Al cabo de diez minutos, logro tomar la
decisión de salir de mi cama. Entonces me doy cuenta de que mi manta está en el
suelo y no en mi cama. Extraño. Esto jamás me ocurre. Sin embargo, no le hago mucho caso
y voy a ducharme. ¡Cuando vuelvo a mi dormitorio, mi manta está entonces sobre
mi escritorio, y se mueve! Luego, salta sobre mi y se enrolla alrededor de mi cuerpo.
Asustado, doy un grito de terror. Comienza a hablar. Me explica que ya no soporta quedarse en mi dormitorio y que quiere descubrir el mundo, vivir
aventuras. Le explico que salir es demasiado peligroso para ella, que su lugar
es en mi dormitorio. Se puso entonces a apretarme el cuello cada vez más
fuerte. Atemorizado, acepto llevarla conmigo. Le digo entonces que hace falta
que la ponga en mi bolso, que la gente encontraría raro si me paseara con
una manta sobre la espalda en la calle. Pero no quiso oír nada y no aceptó dejar
mis hombros.
Muy ansioso, llego a la estación de autobuses para tomar un bus. Mis colegas se ríen viéndome, les explico que estoy enfermo y que tengo demasiado frío para salir sin manta. Me miran con un
aire suspicaz pero no dicen más nada al respecto. Subo pues a mi autobús y comienzo
mi trayecto. La manta está muy emocionada, muy feliz de ver las cosas
moverse alrededor de ella. Me dice entonces: " ¡más rápidamente! ¡Más
rápidamente! ", le explico que hay unas limitaciones de velocidad, que
es prohibido ir más rápidamente. la sentí apretar sus hilos
alrededor de mi nuca, tanto que me hacía daño. Me puse pues a acelerar, cada vez más
rápidamente. Las personas en el autobús pasaron de la ansiedad al terror,
aullaban en todos los sentidos. Oía las sirenas de la policía
que comenzaba a perseguirme. Aceleraba cada vez más mucho, aullando de risa,
histérico, hasta que el aire ya no podía volver a mis pulmones. El mundo se
volvió vago y perdí conocimiento.
Me desperté en el hospital, rodeado de
médicos, de enfermeras y de policías. Me explicaron que había hecho un malestar
probablemente debido a la enfermedad que me atormentaba. ¡Hubo sólo unos
heridos ligeros, qué suerte! Ningún rastro de la manta. Un alivio profundo me
invadió. Volví a mi casa la semana siguiente, feliz de poder reposarme y de
repetir mi vida monótona. Cuando abrí mi puerta, oí un cloqueo, y luego una
voz que jamás olvidaré: " ¡voy a seguirte todo el tiempo ahora!".
Imprudentemente yo fui a la cocina, tomé una caja de cerillas, y prendí
fuego a la manta volviendo a mi dormitorio. Una cosa es segura: no dormiré
nunca más con una manta.